miércoles, noviembre 15, 2006

Qué gracia ( de Miguel Sánchez) T 1

TAMBIÉN (T)
Sección especial para la publicación de obras de autores clásicos, de revistas o libros recibidos en intercambio por Revista Literaria Nuevas Letras desde 1981, de otros grupos literarios, de integrantes del taller literario Nuevas Letras y de los lectores en general.
LUIS ALBERO BATTAGLIA


Gracias a un desmayo, se dio de cabeza con un sofá. Pero no se sabe si tendría que dar las gracias, es decir, agradecer esa gracia.
A ver, observemos. Tal vez por la ventana ha pasado una joven hermosa. Pero
no es necesario, porque ahora él se levanta y va hacia la ventana como buscando algo. ¿Querrá recordarla?...siempre y cuando la haya visto ?. siempre y cuando se asome para eso en realidad, ..porque ciertamente no se sabe si se acerca para eso u otra cosa. Tal vez se asome simplemente para tomar el aire, a ver si le reanima del sofocón que le derribó.
Como el sofá está cerca de la ventana, es probable que estuviese en pie no lejos de él, mirando tras el cristal , a pesar de que la duda sigue intentando caber.
Como no abre la ventana, se puede descartar la idea de la ventilación. Eliminando posibilidades, la del desmayo por otras causas y la de la mujer hermosa, aunque ambas queden en reserva y no decididamente eliminadas o al menos no tanto como el improbable disparo en la nuca, se puede incluso mirar si hubiera alguna mancha de aceite en el suelo que le hubiese hecho resbalar y caer de morros al sillón, como queda ya dicho. No hay mancha de aceite. Bien. Un problema menos.
El observado no es propenso a perder el sentido por cualquier hembra agraciada, no. Salvo excepción, que bien pudiera ser esta de una dama en estado de gracia. Pero no cualquier gracia (por ejemplo la santificante), sino aquella específica que se presenta a un nivel tal que origine un desmayo, soponcio o vahído, sea causante de caída en un sofá o bien se trate de otras manifestaciones físicas y químicas semejantes, -eso es lo que menos importa ahora. No llevemos el asunto a imbricados extremos, como sería el de pensar que esa gracia abarca también el hecho de que fuera un sofá precisamente lo que hubiera allí, y no otra cosa. Hagamos las cosas más sencillas.
El nombre del observado no importa. Mejor omitirlo para no caer en lo anecdótico y para que no se piense que solo su exclusiva persona es capaz de recibir la gracia. Además....¿la recibió de verdad?. Pues, si estuviéramos en un supuesto falso, no harían falta nombre ni apellidos.
Sea como sea, vedlo ahí, mirando al este y al oeste del cristal y tal vez haciéndose preguntas que, sumadas a las nuestras, van aumentando, o quizás abonando la presunción de que la dama más hermosa está aun más allá de esa mujer ideal que pueda o no pueda pasar por la ventana.

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