EL CAMINO...
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Si supiéramos que la energía del amor es más poderosa que la del odio comenzaríamos a usarla más en favor de nosotros mismos y del Universo todo.
El odio enferma, el amor sana, nunca te lo olvides. Sólo espero que no lo comprendas muy tarde.
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Es que compruebo día a día que prevalecemos en la hueca y descerebrada rebeldía del odio, creando grietas, cortando puentes, abriendo abismos, habilitando infiernos y vamos perdiendo poder envenenando nues-tra sangre nuestro cuerpo, nuestra divina esencia...
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Si supiéramos todo lo que podemos lograr desde el lado del amor comenzaríamos a pensar y a crear un nuevo mundo con la eficacia y la certeza de un Dios.
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Pero prevalecemos en la tontería queriendo mos-trarnos recios, guerreros, fuertes y somos simples ins-trumentos del caos que nos imponen, de nuestra propia estupidez, de nuestra ceguera y naufragamos empu-jados por las grandes masas, dividiendo las aguas, frag-mentando, obedeciendo a los de siempre, los que nos quieren mansos como ovejitas en tierra de lobos.
Si supiéramos todo lo que podemos lograr desde el lado del amor comenzaríamos a pensar y a crear un nuevo mundo con la eficacia y la certeza de un Dios.
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Pero prevalecemos en la tontería queriendo mos-trarnos recios, guerreros, fuertes y somos simples ins-trumentos del caos que nos imponen, de nuestra propia estupidez, de nuestra ceguera y naufragamos empu-jados por las grandes masas, dividiendo las aguas, frag-mentando, obedeciendo a los de siempre, los que nos quieren mansos como ovejitas en tierra de lobos.
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Es que si peleamos entre nosotros el verdadero enemigo ríe y se regocija en las sombras una vez más. Lo testifican los milenios. ¿Es que no te das cuenta? Urge la unión...
Es que si peleamos entre nosotros el verdadero enemigo ríe y se regocija en las sombras una vez más. Lo testifican los milenios. ¿Es que no te das cuenta? Urge la unión...
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Ay si supiéramos que fácil es ganar la lucha que no es fuera sino dentro y de allí al triunfo verdadero y per-manente, no nos preocuparíamos por mostrar nuestras medallas, condecoraciones, títulos, logros, maestrías, anchos de soberbia y estúpido orgullo.
Ay si supiéramos que fácil es ganar la lucha que no es fuera sino dentro y de allí al triunfo verdadero y per-manente, no nos preocuparíamos por mostrar nuestras medallas, condecoraciones, títulos, logros, maestrías, anchos de soberbia y estúpido orgullo.
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Eso ya lo sabes, lo conoces tú, para qué mostrarlo ¿Con qué finalidad más que el ostentar?
Lo mejor y más eficiente sería que intentes superarte en otros ámbitos. Siempre habrá algo que se te escapa.
Eso ya lo sabes, lo conoces tú, para qué mostrarlo ¿Con qué finalidad más que el ostentar?
Lo mejor y más eficiente sería que intentes superarte en otros ámbitos. Siempre habrá algo que se te escapa.
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Al que debes vencer es a ti y debes demostrarte que eres digno de esta inmensa escuela terrenal y que de-bes superar las pruebas que te han enviado a superar y que si ayudas a otros en el camino sin intereses mate-riales ni vanos, lo habrás logrado.
Al que debes vencer es a ti y debes demostrarte que eres digno de esta inmensa escuela terrenal y que de-bes superar las pruebas que te han enviado a superar y que si ayudas a otros en el camino sin intereses mate-riales ni vanos, lo habrás logrado.
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Allí está el punto de partida para la evolución real, esa con la que nos llenamos la boca cada día. Es en ese momento que estarás preparado para el inmenso cam-bio, el salto, tu liberación del sueño inducido...
Allí está el punto de partida para la evolución real, esa con la que nos llenamos la boca cada día. Es en ese momento que estarás preparado para el inmenso cam-bio, el salto, tu liberación del sueño inducido...
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Quizás lo comprendas, quizás lo cuestiones, quizás te sonrías o lo tomes como simple fantasía porque es mucho mas cómodo que hacerse cargo, pero recuerda que el que ríe último ríe mejor. No digas luego que no te avisé...
Quizás lo comprendas, quizás lo cuestiones, quizás te sonrías o lo tomes como simple fantasía porque es mucho mas cómodo que hacerse cargo, pero recuerda que el que ríe último ríe mejor. No digas luego que no te avisé...
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AUTOR: XIMENA RIVAS
PP 23 3 89
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