domingo, febrero 07, 2016

ÉTICA LAHORMYDOC: MAURO, EL CAZADOR, cuento para pensar (3º Nota)

ÉTICA LAHORMYDOC:
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MAURO, EL CAZADOR, cuento para pensar (3º Nota)
    Él, en cierto modo, era un cazador. Estudiaba a su víctima, la esperaba pacientemente. Cruel, como todo cazador, preparaba el ataque. Era él y su arma, él y su oscuridad, él y su egoísmo. Tenía sus trofeos pero, en vez de estar colgados de las paredes, estaban colgados de Internet.
    Cientos de trabajos, años de dedicarse a esa tarea furtiva. Esperar, tomar el arma, traicionar. Pocas eran las veces que sus víctimas se sabían cazadas. Por lo regular, no se enteraban de la cacería y eran humilladas sin saberlo.
    Las víctimas de Mauro, el cazador, se acumulaban en páginas de dudoso prestigio. Páginas que debían su supervivencia a algún oscuro y bochornoso acuerdo con algún espacio de poder.
    Y ahí estaban ellas, las víctimas, siendo víctimas de nuevo cuando cada seguidor de Mauro, el cazador, las buscaba avidamente. Nuevas víctimas, en esos videos que voluntariamente nunca hubieran aceptado hacer.
    Sabían íntimamente, o creían saberlo, Mauro y todos sus seguidores; que todas esas mujeres a las que veían desnudas, cambiándose ropa, dándose una ducha, despertando de la noche, yéndose a dormir. Sabían, o creían saberlo, que ellas no les contestarían ni siquiera una mirada, eran inaccesibles, imposibles para ellos, y, sin embargo, todo este ejército de cobardes, pusilánimes, no agraciados por la naturaleza, podían verlas a ellas, hermosas e inaccesibles, desnudas, suyas de alguna forma. Y Mauro, el cazador, seguía siendo elogiado por todo ese grupo de pajeros y perversos, que le dan vida a tantas páginas inapropiadas, dedicadas a burlarse de las mujeres, a darle imagen y presencia a esta época de abusos y ataques, ignominiosa persecución de género: mujeres manoseadas en medios de transporte, raptadas, violadas y traficadas como mercancía, acosadas en sus empleos y, como si todo esto fuera poco, filmadas desnudas y subidas a Internet, con complicidad de buscadores, de inter nautas, de padres, de hijos, de hermanos... todo aceptado para que un grupo de hombres inmundos “se den el gusto”, se den el gusto pagando para poseer sexualmente a mujeres cautivas, se den el gusto saliendo en otras cacerías, subiendo a la fuerza a mujeres a sus autos para someterlas a penetraciones múltiples, golpes y burlas y, algunas veces, aún la muerte. Se den el gusto acosando a trabajadoras a su cargo, para que paguen con su cuerpo la posibilidad de tener un trabajo para poder sobrevivir. Se den el gusto convirtiendo un simple viaje en cualquier medio de transporte en una pesadilla para sus desafortunadas compañeras de viaje, con avance indebido de manos y genitales sobre el cuerpo de las angustiadas presas, dentro de un generalizado silencio cómplice. Se den el gusto mirando a mujeres desnudas a las que ni siquiera conocen personalmente. Así era Mauro, cobarde, perverso, convencido de que ninguna mujer habría de fijarse en él.
    Por eso fue que al encontrarse con Gisela, que todo se lo hacía tan fácil, se le derritió el alma. Ella lo amaba, ¿era eso posible? sí lo era, no pudo desmentirlo. Y Mauro, el cazador, pasó a desistir y aún arrepentirse de su vida anterior. Abandonó los videos, las páginas perversas, y se animó a soñar con la felicidad.
    Un día, mientras volvía a declararle su amor a Gisela, como hacía todos los días; sonó el celular de ella, era su amiga Emilia.
    Vio Mauro que se transformaba la cara de su amada, mientras continuaba la conversación.
    -¿Qué pasa amor? (preguntó).
Pero Gisela estaba colgada, no contestaba, como si se le hubiera desconectado el alma.
    -¿Qué pasa Emilia? (preguntó Mauro)
    -Un hijo de puta la subió desnuda a Internet.
    Gisela ya no habló, estaba traumatizada.
    Y Mauro, el cazador, se propuso actuar. Él podía encontrar al culpable y estaba decidido a matarlo, mezcla del odio a quien dañó a su amada y del que él mismo se tenía a sí mismo por lo que fue en el pasado... a todo eso quería matar, y lo mataría matando al culpable. Estaba decidido. Y Mauro, el cazador, comenzó la cacería.
    Buscó, buscó, buscó, implacable, como lo fue en otro tiempo. Día tras día, buscó al responsable. Hasta que una vez, como suceden estas cosas... lo invadió un recuerdo que fue casi como un escalofrío. Muchos años atrás, una chica en el centro comercial, la había filmado, y desde el recuerdo se precisó la cara, tembló, al descubrir en esa cara y en ese cuerpo a su amada. La última cacería de Mauro, el cazador, había llegado a su fin. Lo encontraron, la madrugada siguiente, despedazado en la vereda; lanzado desde un piso 23.
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LUIS ALBERTO BATTAGLIA18 DE DICIEMBRE DE 2014.


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