jueves, marzo 20, 2008

Para una estrella que me acompañará siempre (de Patricia Ríos) P610220

Desde mi lecho.
Las sábanas tienen olor a la nada, sin partículas ni vida, cubren esta masa de carne, inerte. No sé si tengo huesos, no los siento, no tengo voz, ni movimiento, sólo observo, observo las luces y el ventanal. Me gusta observar el ventanal y las hojas de los árboles, sus ramas que danzan y me recuerdan que hay vida, colores, movimiento, tonos amarillos, tornasol, alba y atardecer y que los colores de la vida siguen, a pesar de mi cercana muerte. Anoche, en la sala de operaciones tuve un sueño divino, qué sensación de éxtasis y plenitud. Maestros de capas blancas me acompañaban, mi cuerpo entubado, blando, desnudo, entregado a ellos, a los doctores. Pero estaban ellos, los invisibles, los eternos, desde no sé que lugar los observaba y me sentía plácida, acompañada. Incluso podía escuchar sus diálogos y sabía que estaban acompañándome o preparando mi partida; dejar el capullo para emprender un vuelo pronto a un lugar desconocido, lejano. Ellos estaban, junto a mí.
Estos últimos meses han sido de un dolor indescriptible, mi cuerpo se ha ido apagando con mi cáncer, sin querer aceptarlo he tenido la ilusión de recuperarme, de que todo pasará y que volveré a ser la misma. Que mis cabellos rojizos cubrirán mi rapada cabeza que hoy lleva cruces y cicatrices perfectas; salió el tumor, viene otro. Mi cuerpo está lleno de tumores, y yo en mi lecho, sin poder hablar, moverme, siento, observo, aún estoy viva. Cierro mis ojos y mi vida es un video, retrocedo y avanzo, me detengo a disfrutar la belleza de lo vivido y apago los sufrimientos. Mi hija vino ayer, sólo pude decir una sola palabra, que no tengo idea cómo salió – perdóname- me di cuenta de sus ojos húmedos y que sonreía para que yo no sufriera, me dio un beso. Sé que salió a llorar, para ella será un duelo muy largo, lo sé. Pero está preparada, es fuerte, se acostumbró a las pérdidas y a luchar sola. Cuando deje mi capullo, si es que hay otro lugar, y soy luz o energía voy a ser su estrella, eso pienso, acá envuelta en este manojo de carnes fláccidas y grises, con estos dolores que no puedo expresar pues no me sale la voz, son insoportables, pero estoy en paz.
Mañana, sentiré el mismo olor de las sábanas, entubada, sin voz, con mi cuerpo casi flotando, pero escribiendo en mi mente mi vida, recordando a mis amores, a mis hijos, a mi marido, a lo que hice y lo que me quedó pendiente. Me voy antes de lo planeado, debo ser realista, aunque quisiera cambiar el destino mi cuerpo ya se cansó, estoy llena de tumores, quizás lo decidí, pues desde otro lugar me transformaré en estrella, en energía, no lo sé. Mañana será otro día, para ver las ramas que danzan con sus colores a través del ventanal.

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