lunes, octubre 04, 2010

sábado, 25 de septiembre, 2010 16:01:17 [paginantes] BAUDELAIRE

BAUDELAIRE



Se te escaparon los versos como hemorragia intensa,
pero cualquiera, siendo vertiginoso en cada libro,
en cada letra, como en tu bebida vida, maldito poeta.
Eres para mi, una perdición en la locura de mis horrendos sueños,
que aun siendo así, los disfruto tanto,
y a veces, seca en la estúpida imitación al poeta incólume,
descalabrado, insolente, cínico y vicioso.

Que pena me da, el saber que un día moriré,
y no te podré ver en esas flores malignas,
cual espejo perpetuo te llevo a mi velorio, y allí,
en mi grávida tumba, te estaré leyendo.,
y los gusanos talvez puedan comerme,
pero, tu letra ínfima e infinita, permanecerá.

No se adonde iré, después de esta extraña vida,
eso, me aterra, porque me gusta la vida,
y tu mano izquierda, empuñando cual cañonazo sangriento,
un largo suspiro de canción maldita.
No te me mueras Baudelaire, yo moriré por ti,
para talvez, volver infinitamente inmortal el seso,
y no llorar nunca más.

He aquí la noche bruja, del criminal amigo,
llega a paso de lobo, como un cómplice, el cielo,
se cierra lentamente tan inmensa alcoba,
tornando en alimaña al hombre sin sosiego.
¡Oh! noche amable, deseada por aquellos cuyos brazos,
sin trampa, pueden decir, el día ha sido laborioso.

La noche es quien alivia las almas,

consumidas por el dolor sin tregua,
al obstinado sabio cuya frente se nubla,

y al obrero agotado a su lecho retorna.

Los malsanos demonios, mientras en esa atmosfera,
se desperezan torpes, como hombres de negocios,

golpeando en su vuelo aleros y postigos,
a través de las luces que bambolea el viento.
De pronto de las aceras, se abre el amor vanal,
y alzando sus compuertas tal inmenso hormiguero,
sin esfuerzo se labra un oculto camino,

igual al enemigo que prepara un asalto.
Retuércete en el seno de la ciudad de fango,
cual larva que robara al hombre su alimento,
se oyen aquí y allá silbar las cocinas,
los gritos del teatro ...vaya acordes orquestales.

Recógete alma mía, en tan grave momento,
y permanece sorda a tan inmenso tumulto,
es la hora, en que todos los enfermos se agravan,
la noche los aferra por la garganta,

acaban su destino, y se hunden en el común abismo,
el hospital se llena de suspiros,
más de uno, no irá a buscar jamás,

la suculenta sopa junto al fuego,

a la noche, cerca del ser querido.
Mas aun la mayoría no ha conocido nunca,
el calor del hogar, ni ha vivido siquiera.




julio
http://letravital.posterous.com/9955610

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