martes, abril 22, 2025

Y DE REPENTE... Luis Alberto Battaglia 27/2/2021 Los Desacomodados Nº 1. Imagen yderepente2

 Hay textos que, como papeles fuera de cajón o de carpeta, quedan desacomodados; son algunos, son pocos pero son, como dijera César Vallejo. Hoy les inventé un cajón. Se llamarán "los desacomodados". Como yo, están o nacieron sin un lugar, pero sobreviven, en vueltas de calesita o envueltos de calesita. Como yo, como vos, como todos, que somos, como decía Hebe Solves, "pobrecitos del mundo"

Y DE REPENTE... Luis Alberto Battaglia 27/2/2021 Los Desacomodados Nº 1. Imagen yderepente2


 Era Saavedra, era la década de 1960, era todo promesa y futuro, era mi infancia, y en ella, mis mascotas. Patos, teros, 4 perros que fueron sucediéndose, un loro, canarios, una tortuga a la que llamé "Bolita". Todo tenía gusto a nuevo y olor a esperanza.

 Por las mañanas me despertaba el gallo del alguna casa vecina, y en las noches los perros de Saavedra preparaban un recital. El despertar, las tostadas que me preparaba Buel en la cocina, una cocina al estilo de las viejas casas italianas, que estaba afuera de la estructura general, cruzando un patio al aire libre. A veces hacía frío pero Buel dejaba encendidas una, dos o tres hornallas según el clima del día. Y ahí, con las tostadas, con la leche chocolatada y las hornallas, vivía la felicidad. Mamá desayunaba rápido, tenía que irse a trabajar atravesando media ciudad. Hasta la noche, era la cita. El perro de turno ladraba, compartía información con sus congéneres. Y éstos, por supuesto, contestaban, como corresponde a un perro que fue bien educado por sus padres. "¿Guau guau dijiste?" "No, fue guau guau guau guau guau" "Oh, te ruego me disculpes entendía guau guau" "Yo también entendí guau guau" "No Tobías, fueron tres guan" "Pío pío" terciaba una pajarita, yo también escuché guau guau" "Miguelita, con todo mi respeto, escuchaste mal, y por favor que no se te suban los pajaritos" "A mí se me suben" intervenía Rulito el limonero, entre descriptivo y quejoso. "¿Para qué sos árbol si no querés que se te suban?" contestaba Sultana, la mariposa, algo herida por el comentario. "Sultana, no hablé de las mariposas, dije pajaritos. Aprovechá tu día Sultana, que mañana no vas a estar" "¿Qué es no estar?" "Nada", intervino Pelusa, el caracol, "dice tonterías" "¿Qué tenés para decir?" preguntó Rómulo, el colibrí. "Nada, nada, es lo que dice Pelusas" Dijo Rulito, "es que me dejaron plantado y es aburrido".

 Luego eran las siete, había que salir para el colegio, el gran momento de mi día, el colegio, ese lugar maravilloso donde nos enterábamos tantas cosas...

 Cuando llovía en Saavedra, mi alma tomaba colores cósmicos, como volviendo a un planeta lejano de donde tal vez proviniera, Las gotas caían sobre las calas de la abuela, y se veían desde el living comedor, que era casi el único lugar donde estábamos en esa casa conventillo que me vio nacer. Bueno, en realidad no me vio nacer, porque nací en una clínica que estaba en frente de la facultad de medicina (más porteño que el obelisco) pero me vio creo que 2 o 3 días después; si fuera acaso que las casas pueden ver.

 La señora Lily o tal vez Lilí, venía todas las tardes para ayudarme a estudiar y hacer tareas. Había comenzado en primer grado porque yo, paradójicamente, yo, que hago de escribir mi vida entera, no lograba aprender a escribir, quiero decir la técnica de la escritura, no el contenido de lo escrito, que lo dictaba permanentemente a mis mayores. Mi mamá, no preocupada pero sí ocupada, buscó una maestra de una de las divisiones del enorme colegio donde yo iba, y le propuso el desafío, y la maestra quiso aceptarlo: me enseñaría a escribir, ¡GRACIAS SEÑORA LILÍ! Donde quiera que estés. Así comenzó Lilí, pero continuó, ya, probablemente, sin necesidad, hasta mi séptimo grado, mitad de séptimo en verdad, donde me mudé a un barrio muy lejos de mi Saavedra, dentro de lo que se llamaba barrio norte y que luego supe que específicamente era Palermo.

 Tal vez porque no me hallaba en grupos grandes o porque ya portaba el rótulo del "tonto" que no aprendía a escribir y su mamá le pagaba una maestra particular para hacerlo; en segundo grado me fui del colegio grande a un pequeño colegio que sólo tenía 7 aulas , una cocina, un baño y un patio (donde se hacían los acto), y se llamaba "Provincia de Santa Fé". Es al que yo siento mi colegio, un colegio sencillo con chicos pobres de cercanías del Puente Saavedra. A mí me quedaba creo que a 19 cuadras. Tomaba el colectivo 25 hasta Cabildo y Ramallo y desde allí caminaba hasta Arias.

 Lectores y lectoras se están peguntando qué habrá sucedido "de repente". Amigos, amiga: y de repente crecí.    


GRUPO PAGINANTES


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******* Con cada poema, cada cuento, cada novela y cada obra de teatro, salvamos el mundo, escribí, leé, si  no lo hacés, no sabrás de lo que te estás perdiendo. Este es un consejo de Luis Alberto Battaglia. Tu amigo el escritor.         *******

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