miércoles, diciembre 22, 2010

Sucede en navidad (Alexander Vórtice) 21-12-2010

martes, 21 de diciembre, 2010 6:52:27 [paginantes] "SUCEDE EN NAVIDAD"
De: Jesús Rodríguez

"SUCEDE EN NAVIDAD"

21/12/2010 - Alexander Vórtice


Luces a mi alrededor: todo indica que algo resplandeciente se aproxima de manera inexcusable. Ojalá siempre fuese Navidad, una época algo alicaída a día de hoy, pero que desde siempre ha luchado por un vaso más contundente de luz y papeles coloreados por las manos de la esperanza. Período en que los seres refulgentes, repletos de indulgencia, esparcen cortesía de corazones sinceros, aguacero de estrellas en medio de la urbe ennegrecida, luces que los niños más que nadie disfrutan porque son niños, porque nunca más volverán a serlo y eso duele. Esto sucede en Navidad. Sólo en Navidad visitamos el centro vital de nuestro organismo disminuido por la capitulación, e intentamos darle más vigor a todo lo vivido, a todo lo que vamos a vivir, intentamos llenarnos de virtudes que en su momento fueron fundidas por el calor abrasador que desprende los corazones de cientos de querubines deseosos de que la paz reine en el planeta Tierra. Tal y como dijo el trigésimo Presidente de los Estados Unidos, John Calvin Coolidge: “La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad y tener merced es comprender el verdadero significado de Navidad”. Con eso deberíamos quedarnos ante todo: La Navidad es un estado mental, una manera sublime de afrontar las circunstancias que nos rodean, de agarrar el manotazo social y transformarlo en una dulce caricia salida de la magnificencia y el bien común. Regresar por un instante a la infancia supone ganar minutos de vida adulta. Porque, considero, para salir de las circunstancias oscuras en las que vivimos deberíamos volver a “masticar” la filosofía cristiana; llevar a la práctica la anárquica filosofía del amor por uno mismo que después se muestra como amor hacia nuestros semejantes. El Cristianismo, que en definitiva es lo que en esta época estamos celebrando aunque algunos nos importunen aseverando que es tiempo de compras y materialismo bárbaro, debiera ser una fórmula para que la sociedad de constante consumo en la que coexistimos se convirtiera en una sociedad de paz, condescendencia, misericordia y bien. El nacimiento de Jesús no es una compra bien hecha, no es sólo un árbol cabalmente peripuesto, no supone derrochar lo indecible en un galán vestido para ovacionar en un brindis al nuevo año. El nacimiento de Jesús supone tender la mano para ayudar a los más necesitados, que también es ayudarnos a nosotros mismos. Navidad es tiempo de catarsis, de espiritualidad. Por tanto, les deseo a todos ustedes una feliz Navidad, y también deseo que el espíritu navideño inunde con su fuerza de clemencia nuestros, hoy más que nunca, lóbregos y abatidos corazones. Laus Deo.
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