Al filo de
la medianoche 23/9/2019
TE CUENTO
UNA HISTORIA NOTA 63
LA TRAMPA DE
LOS SUEÑOS
Amigos. Un día, un increíble día, un día que
no podemos ni queremos olvidar, llegamos a este mundo, y llegamos sin saber por
qué. Y en ese transcurrir sin un por qué ni un para qué, de pronto, como un sol
aparece, como una revolución, como un milagro, nos encontramos con los sueños.
Los sueños, en tal sentido, son y hacen la diferencia, la drástica diferencia,
entre vivir y sobrevivir. Sobrevivimos respirando y alimentándonos; vivimos,
por nuestros sueños.
Pero como la luna, los sueños tienen dos
caras; o más bien, pueden tenerlas o no, dependiendo de nuestra manera de transitarlos,
aprisionarlos, atesorarlos, entenderlos. Somos los sueños; pero, y aunque esto
último pueda quedar oculto en ocasiones, somos, así mismo, los fabricante de
nuestros sueños. Y así como la energía nuclear se puede usar para alumbrar una
ciudad o para destruirla, y así como la palabra amor puede servir para expresar
lo más profundo de nuestro ser o para mentir; los sueños pueden, igual que los
deseos, tener dos usos.
Si los sueños nos dan vida y ganas de luchar,
y fuerzas y esperanzas para emprender el mundo, son, entonces, como la cara
clara de la luna, verdad y poesía. Pero si se convierten en nuestro jefe, nos
critican los logros, nos denigran, nos hunden en la desesperanza; son pura oscuridad.
Y del mismo modo en que existe una distancia técnica entre soñar llegar y
llegar; existe una distancia siniestra entre vibrar de felicidad por lo ya conseguido
y retorcernos de dolor por lo aún no alcanzado. De nosotros depende que sean
éxtasis o desdén, motor de movimiento o ancla que nos detiene, adoradores de la
admiración o traficantes de la envidia, libertad o cárcel, gracia o desgracia, pasión
que nos da vida o que nos mata.
Amigos míos, con los que sueño encontrarme
cada lunes; para, entre otras cosas, compartir mis sueños. Hagamos de su
mística, un auxiliar para cambiar el mundo, para que la vida sea más hermosa.
Sin soñadores no podría haber un mañana diferente del hoy y, tal, ni siquiera
habría un mañana. Pero no usemos ametralladoras para matar mosquitos. Los
sueños... son productos del alma.
Amigo, no se si me estás leyendo o
escuchando, si es mi tiempo o estás del otro la do de mi historia. Pero si sé,
y puedo asegurarlo, que sea el siglo que sea, los sueños, para ser y hacer
alas, deben estar acompañados con el amor, la ternura, la esperanza. Salgamos
como locos, como poetas, como niños, a soñar el mundo.
Que sea hoy, si no ha sido aún, el principio
de la odisea, de la poesía, de la libertad. Encendamos las luces para poder...
mirar.
Hoy, amigo mío, dejame soñar que estamos
juntos, y que podremos y sabremos construir, un desarrollo sin heridos, una
magia sin trucos, una educación sin golpes, una justicia sin cárceles, una
verdad sin tiempo.
Gracias
Desde el alma
Luis Alberto Battaglia
20 de septiembre de 2019
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